Saturday, April 16, 2005

LIBELULA CELESTE

Casi medio siglo
de andar sobre la tierra
y aún no he criado alas como las aves
ni púas que me defiendan.
No me arrastré sobre el pecho entre la hierba
ni tuve parte entre los carroñeros del alma.
Viví todos mis años junto a un sauce
lamiendo las orillas de este río,
aletargada la lengua al sol de Enero
encaramada a Agosto, con uñas y serpientes,
olvidando las ofensas de las estaciones
para poder mirar de frente los ojos de Diciembre.
Casi medio siglo sin recostar la cabeza
porque Febrero me quitó la cama
y la quemó con un canto de rituales antiguos
para verme dormir sobre una piedra.
Y sin embargo, nunca el insomnio me zumbó al oído
aún cuando vino Junio, bramando humo y muerte.
Llegué a Octubre muchas veces
y bajo el mismo sauce encendí penas y fuego.
Marzo me sorprendió llorando, hasta la última hora,
y cada vez que lo enfrenté, guardé una herida,
Pero la vida junto al río, sana,
y llevé una docena de llagas hasta Noviembre
que me esperó en el mismo lugar, para abrazarme.
Nunca supe por qué Mayo estaba tan lejos
hasta que me perdí en sus veintidós laberintos
de los que nunca quise salir.
Septiembre me desconoció porque vivía
ajeno a la quietud asombrosa de sus tardes,
y le dejó a Julio un camino de velas encendidas
por donde aún nacen libélulas celestes.
Casi medio siglo
de andar sobre la tierra
y aún vivo descalza
porque Abril nunca me avisa cuándo llega,
y cada vez que partimos, voy perdiendo zapatos y certezas
aunque el sauce y el río van conmigo.

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