Sube palabra ante la aparición del día
a la hora en que despiertan los corales.
Arena ilesa,
duermen los peces en la orilla,
duermen el día en que la sed no alcanza
a capturar el azul
corriendo entre las piedras.
Un puñado espeso de versos exiliados
escaparon a la angustia,
se vistieron
de hambre incontenible
y maduraron sin saber adónde iban.
Oh, inmenso, vestido de grandeza!
En la tormenta del espanto,
la luz del ángel resguardó su pecho.
Aún escucho el clamor en las espumas,
la embajada de paz de cien delfines.
Como un saco de huesos desvalidos
fuera de sí, ruina olvidada
traspuso las puertas de las aguas
sin permiso.
Pesó en la balanza cada lágrima.
Fue bautizado y volverá a su seno.
En la costa salitrosa y compañera
señal de pacto inalterable reaparece
a la hora en que duelen las palabras.
Por si tantos soles quemaran
los ojos de la memoria.
JENIFFER MOORE
1 comment:
Un saco de huesos desvalidos traspuso el puerto prohibido… emotivo fuerte por momentos desolador pero lleno de tierna esperanza.
Muy bueno el poema.
Daniel O. Requelme
www.danielrequelme.com.ar
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