Arriesgarse
a extender el horizonte que nos mira
creciendo árbol hasta ser cenizas
de una madera olorosa que no muere.
Y vislumbrar
en cada grieta del pasado una sonrisa
que nos llama al final de los recuerdos.
Aprehender
del oportuno sinsabor que trae
una pulgada mayor en el espíritu
y la arruga precoz que nos convierte.
Ser uno y solo
siendo también lo demás, que no se entiende,
hincado de rodillas y extendido
con brazo largo y verbo que no duerme.
No comments:
Post a Comment