Demasiado invierno en los ojos
desconocido, ileso
bajo su pie de escarcha,
quiso soplar un aterido verso
de entre sus labios cojos
más el silencio lo rodeó y no dijo
cuándo se iría.
Subió al jardín de su memoria
la parra umbría, los naranjos
el campo inmenso colgando en las paredes
de su recuerdo frágil.
Nada se aleja aunque se haya ido.
Tal vez, la boca de la muerte.
O el instante crucial
en que las aves cantan.
Demasiado invierno en los ojos
hicieron nacer este pincel que vive
desnudo como el verso
ingenuo como el alba.
Hasta el nómade, a veces necesita
un regadío de verdes
donde apoyar su nostalgia.
JENIFFER MOORE
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