Wednesday, August 29, 2007

A SILVINA OCAMPO


Dama de la Palabra, brisa que sube
con sistemática insistencia
plena de cantos, melodiosa rima
surcando mar y cielo.
Dama de la Palabra henchida
en delicado vuelo,
quien cabalgue en su corcel de tinta
devela un mundo del que no regresa.
Silvina vuelve
amando a ese león dormido
que abraza a Buenos Aires,
y danza en el salón del puedo
vestida con los mismos miedos
que el Siglo le traía.
Hoy la brisa de un tango, el empedrado
la casona otoñal, su chimenea
Victoria que sonríe, sobremesa
de tanto almuerzo de Domingo y versos,
Borges y Bioy, el Sur y su tertulia
espejos inquietos y en el fondo un piano
acompañando la ficción del día.
Silvina que a la sombra de dos robles
bordó colores en la rosa
sobre el margen sutil de los cuadernos.
Llevo en la sangre tu olor a Buenos Aires
y una tropilla suelta por las venas
de mi Córdoba madre.
Traigo de ti, un murmullo que me obliga
a acariciar el lomo de la tarde
a la hora en que tu nombre me visita.


JENIFFER MOORE