Saturday, May 22, 2010

El humor en la literatura de Victor Kater


Tucumanito en el Paraíso

- ...
- Cómo que no sabís quien te habla... ¿Que no reconoce la tonada yanqui ahora, profesor? Por supuesto, primoooo, el mismo, nada más y nada menos que Fígaro Figueroa, el morochito sexi de Villa Alem. Si hace rato que te iba a mandar una' líneas, pero vos sos medio analfabeto, no es por alabarte, entonces digo pa' qué carachos te vua hacer laburar tanto, así que aquí me tenés, chamuyándolo a usté por teléfono...
- ...
- Y qué más podía ser... triunfando, papá... ¿Que vo' esperabas otra cosaaaa? Las colas como de dos cuadras en el consulado, los sacrificios de lo' parientes y los amigos, todas esa' diligencias tan hinchagüevos en la Capi, los viajecitos en tren, en el micro, en el suterráneo... de aquí pa' allá, de allá pa' acá... han rendido sus frutos, compadre. ¿Por donde quiere usté que empiece a contarle?
- ...
- Bueno, primero e' todo no me interrumpás, che tipo descortés y rudo, como te decían las minas en los bailes cuanto te les sabía' propasar. Vos manyás que estas largadistancias cuestan una ponchada i' mangos, o de dólares moneda nacional, pa' ser más preciso. Así que vamo' al grano, gusano. Bueno, principio por el comienzo. Salí del gran aeropuerto de Ezeiza una besha tardecita de shuvia, como dicen nuestro' hermanos porteños. Rumbo a la ciudad de Chicago, si me perdona usted la grosería. ¿Que querés ahora, loco, que diga Chi-defeco pa' ser más fino?
- ...
- Ma qué vas a capichar el chiste vos, si sos medio boliao. Okey, la cuestión es que me subo al avión y me ubico en el asiento, al ladito mismo de una rubia
i' película. Un bombón, profe, no te imanijás. Unos ojazos, que ni tu hermana. Una jeta, que ni la tana Sofia Loren. Una delantera, que ni la de Boca Yunior. Unas gambas, que ni tu hermana también. Pa'que te vua seguir la descrición, querido - no sea que tengás que irte rajando pa'l baño. No se caliente, compadre, si lo estoy cargando nomás... Bueno, es un viaje laaaargo, me dije, y tenés tiempo pa'desplegar tu encanto, morocho. La cuestión que yo parlaba y parlaba, chamuya que te chamuya, y la mina... miraba por la ventaniya, pa'l techo, pa'cualquier lado menos a este distinguido servidor. Hmmm, qué le andará pasando a esta guacha, pensé, se hace la interesante ...o es que la dama les tiene alergia a los tucumano' pintudos. Bueno, al final caí en la cuenta que la minusa era sordeli. O se hacía... Entonces me quedé bien en el molde y no dije palabra el resto del viaje, pa' que vamos a forzar la cosa habiendo tanta mina suelta en el Universo. Me eché a dormitar, y al despertarme ya habíamos llegado a la mismísima Yanquilandia. Hasta la cena me había perdido, cabezón, si vos sabés cómo duermo yo cuando me entra el apoliyo. Habrá sido la frustreichon también, con la rubiota que no me daba cinco i' pelota. Linda manera de empezar, la pucha que lo tiró...
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- Vos sos picarito ¿que no? Bueno, shito en boca y dejame parlar a mí, que no se trata de llamada "colét". Otro día te lo esplico. La sigo. Bajamos en el Ojear Earport, pa' pronunciarlo en inglé correto. Multitudes, multitudes por doquier, como dirían lo' poetas. Inmigración, cola, aduana, más cola, cola, cola, cola. Hablando de colas... minas por donde mirés, hermano - minifaldas, vaquerito' ajustados o bluyín que les dicen, shorcitos bien pero bien corteli... te juro que no podía ni concentrarme en los putos documentos. Ferst zings ferst, como dicen
lo' yanquis. Pero bueno, sellito va y sellito viene, me revisan la valija y el bolsón, preguntas raras en casteyano medio raro, miradas desconfiachas... Visa i'turista, permiso pa' noventa días. Otro sello más y aquí me tiene usté.
- ...
- Ya sé que han pasao más de quince meses, campeón. Después te esplico, no le hagás buya al pescao. Las cosas claras y el chocolate Aguila, como dice la radio. Bueno, la cuestión es que en la sala i' espera yo busca que te busca y meta buscar, y el Flaco Pastiya... ni el aroma. Me siento en un semejante sillón poniendo la mejor cara i' canchero, pero la verdá la verdá que me estaba como empezando a querer julepiar. Tucumano in de greit citi, rodeado de montones i' gentío, y mi compadre que no hacía ato de presencia. La cosa es que ya me estaban dando las ganas de tomarme el coletivo i' vuelta, aunque no lo crea usté. Y en eso, de repente veo una petisita así de petisa, narigona, antiojuda y bien pecosa que se me viene direto, empuñando una foto y meta junarme. Me dice, te digo: "¿Usted mister Fígaro de Republíca Aryentina?" El mismo, pa' servir a usted, le contesto con toda formalidá. Bué, pasa que se trataba ni más ni menos que de la hembrita yanqui del compadre Pastiya, que estaba en el hospital con una pata enyesada por asidente fubolistico, como me informó la tal enana a media lengua y con mucho enrriedo. Pucha que había tenido mala pata el compadre, le dije. Y mal gusto, pa' pior, pensé pa' mis adentros. La cosa es que la chica me llevó p'al estacionamiento donde tenía el carruaje, que se caía en pedacitos. No te imaginás, panzón, la cafetera e' la mina - vieja y traquetiadora como ella sola. Salimo' a la carretera y anda que te anda, y la petisa que parlaba hasta por las rodiyas y yo que no capichaba un comino, menos con el ruido 'el motor... Que te digo, hermano, anduvimos como cuatro horas y media, yo meta rezarle a la Virgencita 'e las Mercedes, a Palito Ortega, al Yanero Solitario, hasta al intendente i' Villa Alem le rezaba... porque tenía la seguridá, te juro por tu agüela, que el auto se nos quedaba ahicito nomás, golpiao por todo el despelote 'el tráfico, y a mí que se me acababa de la pior manera y el primer día nomás mi aventurita nortiamericana. ¡Qué julepe que me dí, querido, si yo no gano pa'sustos!
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- Y bueno, parece que las rezaditas surtieron efeto, nomás. Llegamos sano'
y salvos al departamentito e' la mina, en una oriya medio poco elegante de la gran urbe (¿o es que se dice la gran ubre? si ya hasta me 'stoy olvidando del casteyano, chango). No me va a creer, paisano, un lugar más fiero que la parte más fiera i' Villa 9 de Julio después de una de esa' flor de inundaciones, con edificios viejazos, rotoso' y grises, uno tras otro tras del otro, y a mí que me empezaba ahí mismito a agarrar la nostalgia. Tucumanito Blues, que le dicen. Bueno, el departamento estaba en el sesto piso, el ascensor que no andaba ni pa'atrás ni pa'adelante, y menos pa'arrriba ni pa'abajo, y tuvimos que subir escaloncito por escalón, compadre, menos mal que yo estoy, mejor dicho estaba, en estado fisico i-de-al, como decía mi entrenador de boseo, el Gordo Panceta, ¿que no te acordás?
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- No me digás que se ha muerto, que lo tiró... segurito que ha sido un empacho. Cómo morfaba el hombre, ¿que no? Un verdadero espetáculo. Dale mi más sentido pésame a toditas sus viudas, je je. Bueno, la sigo y la prosigo. La cuestión es que la petisa resultó bien gauchita y me tuvo en el departamento como... como un buen tiempo y unos cuantos días más. Ella y el Flaco, que es un amigazo i' fierro. Yo los ayudaba barriendo el bulín, arreglándoles lo' grifos y las cerraduras, cebándoles mate, qué se yo. Por fin me consiguieron un laburito limpiando oficinas en el dauntaun (si no entendés agarrá el disionario, vago
i' miércoles). Yo empezaba a sudar la gota gorda como a las veinte PM y no terminaba hasta pasadita la medianoche. Llegaba a la casa hecho pelota y por supuesto apoliyaba casi todo el día, qué pretendís vos. La cosa es que conseguí guardarme unos manguito' en la alcancía y me fui a vivir en un departamento con tres puertorriqueños que parlaban como a cien por hora, mitá en inglés y la otra mitá en algo que parecía casteyano, la cosa es que yo les decía sí y no con reverencias, guiñadita' y sonrisas, pero la verdá, compadre, es que hasta el día de hoy no sé qué caracho me chamuyaban estos cosos.
- ...
- Claro, pero of corse que yo no perdía de vista el ojetivo que me trajo a los Yunaited States. No me digás que te has olvidao, vos. Te lo digo y lo repito: yo me i' venido a conquistar América, profesor. Y si no pa' que tengo esa pinta
y esa labia que Tata Dios me ha dao. El morochito sexi con el piquito de oro, como me decían la' minas a lo largo y a lo ancho e' Tucumán. No i' venido a barrer oficinas en el dauntaun, papá, de eso podís estar seguro. Entonces, pasito a paso he implementao el plan del triunfador. Primero, aprender un cachito
e' inglish. Porque si a las gringas les parlo en tucumano, me parece que la labia no hai de ayudar ¿que no? Entre el Flaco Pastiya y su petisa, alguito me han ido enseñando. Y cada vez que veo la tele, paro bien la oreja. Si uno no es demasiado boliao, algo se aprende, y bueno, a todo esto ya tengo ma' o menos un vocabulario adecuao como pa' ir chamuyando. El paso número dos ha sido comprarme una' buenas pilchas y un lindo par de aritos. No te riás, chango, te juro que no i' cambiao de bando, aquí son "de leitest fachion", pa' decirlo en crioyo.
- ...
- ¡Elemental, Guatson! Los bailes eran también un aspeto esencial del plan. A la primera oportunidá me puse la camiseta i' Atelético, y todo orguyoso, sacando pecho, rumbié pa' un bailongo del barrio. Error craso, compadre... Estas gringas son toditas unas inorantes. Lo mismo las panameñas, las costarriqueñas, las ecuadoreñas... No tienen la más menor idea de la gloriosa trayetoria del Atelético Tucumán. Así que ahora uso la camisetucha del cuadrito e' mis amores pa' andar de entrecasa, nomás. Y pa' ir a los bailes y que me den pelota me i' tenido que comprar una camiseta 'e basquet de los Chicago Bulls. Que son los famosos Toros i' Chicago, varón. Con la melenucha al viento, cigarrillo colgando e' la jeta, el vaquero bien ajustado pa' que se note lo importante, los aritos, la susodicha camiseta... las minas se derriten, palabra i' honor. Un día de estos te mando una foto pa' que conozcás mi versión atualizada, con copia pa' tu hermanita...
- ...
- No, loco, yo ya no vivo con esos puertorriqueños que ni su mama les entiende. Vos no te imaginás el pedazo i' bulín desde donde ti' estoy hablando. Pero vamos por partes, profe. Resulta que un día el dueño del edificio e' departamentos, un tal Ruso Protopopof o cosa por el estilo, que es un vejestorio cascarrabia' como él solo, nos corrió a todos diciendo que armábamos demasiado bochinche... Bué, entonces me tuve que volver a lo del Flaco Pastiya y su respetiva enana. Pero quiso mi buena estreya que una vuelta, mientra' limpiaba las oficinas en un edificio grandote del dauntaun, de repente se me aparece una gringa y entra a chamuyarme en casteyano casi tan malo como mi inglish. Aunque ma' o menos se pudimo' entender el uno al otro y el otro al uno. Esta chica tenía sus añitos y sus kilitos, pero de tímida no tenía demasiao que digamos. La cosa es que me invitó a tomar unos cuanto' tragos en su bulín, en el mismito edificio, y yo ni lerdo ni tan perezoso como parezco aceté de inmediato. Y ahí nomás comenzó la conquista de América, primo. No me pidás detayes que me pongo colorao. La minusa se enamoró del tucumano ...y bueno, "de rest is jístori" como dicen lo' gringos.
- ...
- Que querís que te diga, compadre, ya son como trece meses de pura felicidá viviendo en este bulinazo con la gringa. Estamo' en el piso trenta y cinco, a todo lujete, con una vista de los Chicagos que pa' qué te cuento. Como te venía diciendo, los noventa días de la visa i' turista se han acabao y se me volvieron a acabar, y yo estoy lo que se dice i-le-gal. No me han agarrao, hermano, pero ni me animo a salir a la caye, porque con la cara i' turco que tengo van a creer encima que soy terrorista musulmán y ahí mismito se acaba la joda. Así que aquí me tenís, viendo la tele todo el santo día, calentito con la calefasión, oservando la ciudá nevada desde un semejante ventanal, tomando mis buenos güiskicitos, morfando como los diose'. Claro que a la noche, bueno, a la noche el tipo tiene que laburar...
- ...
- ¿Que soi' inocente vos? Cuando te vai' avivar, primoooo... Todo tengo que esplicártelo, ¿que no? Bueno, yo le presto servicio' especiales a la señora gringa. Pa' eso soy el morochito sexi de Villa Alem que ha conquistao América. La gordita me tiene al trote toda' las noches, que Figgie de aquí, Figgie de allá, que Figgie haga esto, que Figgie haga esto otro. A la medianoche, a la' dos de la mañana, a las trí o-clok de la matina, a las cuatro e' la madrugada ¡La chica es inagotable, cabezón, ciento veinte kilos de pura energía sesual! Nunca i' visto fenómeno mesejante, profesor. Cuando la cosa comienza como a aflojar, la gringa me da una pildorita i' moda que le dicen el Viagra, y la seguimo' meta y ponga hasta que las velas no arden. Pero te digo, broder, yo vivo como bacán en esta jaulita, y trabajo ful-taim de padriyo profesional. Semental de vaquiyona, pa' ser más preciso. Vos has visto esos toros gordotes de las esposiciones en la Sociedad Rural, ¿que no? Bueno, algo así, pero sin la' medayitas. Okey mi viejo, siento unos pasos pisando bien fuerte por el pasiyo e' las cercanías, parece que se aprosima la patrona. Ha yegao la hora que Figgie se ponga el uniforme pa' empezar el laburo noturno. Así que tengo que colgar, primo, vos vas a saber disculparme, pero se trata de la' obligaciones y las responsabilidade'. Chau, compadre, te yamo de nuevo cualquier día d'estos. Y no te olvidés de darle un besito de parte de este morochazo triunfador a todas las hembritas biutiful de mi añorao Tucumán...

© Víctor R. Kater
Ft. Lauderdale, Florida, EE.UU. - Junio del 2003.


La imagen pertenece a soldiblog.it

Sunday, May 16, 2010

Homenaje a Bill Evans, maestro del Jazz, por Victor Kater


REGRESOS

Al dibujarse apenas la mañana
en el viejo rosal
apabullado de rocío,
con la primavera en lontananza,
vuelves.

Entre armonías deshojadas
gota a gota
en un inmóvil atardecer de nubes
desde el piano de Bill Evans
(cabizbajo caminante
de vericuetos del alma),
como incendio de presencia etérea,
vuelves.

Lejanos tañidos de guitarra
colorean el guiño perezoso de la
penúltima gota de vino.
Recorro impaciente
el suspiro de la noche cálida,
y entonces vuelves, vuelves...



por Víctor R. Kater
Pembroke Pines, Florida, Enero del 2000.


¿BAILAMOS?

En giro vertiginoso
dejemos pasar los días,
bailemos:
en el infinito,
con la noche, las estrellas,
los ojos, las máscaras,
las lágrimas.

Bailemos
en ambientes de cristal
en momentos intangibles
minutos y semanas de lujuria,
con estrépito de risas
quién sabe su motivo.

Bailemos
sin importarnos el fin.
Cual minúsculos universos a la deriva
giremos en danza alocada
con música sin ritmo
y un ocaso eterno en la distancia.


por Victor R. Kater
St. Louis, Missouri, Mayo de 1992.



Al poeta del Jazz

Tú, que vives para siempre
aunque creas que has muerto.
Yo, que he muerto tantas veces
y sin embargo, vivo.
Como pequeñas criaturas
casi siempre sin rumbo,
acampemos en este cosmos radiante
y celebremos
celebremos...

Extraído del poema Celebración de Jeniffer Moore, en ocasión y agradeciendo la visita a este blog del actor y dramaturgo argentino ALFREDO FENIK.