Escribe poco, corrige mucho
y lee cual si mañana fuera
el último día de libros en el mundo.
Siente, siente con el instinto fiel
del animal que somos
pero no escribas con garras o pezuñas.
Sumérgete en la espera, en el aceite
que unge la cabeza del enfermo.
Deja que el corazón se estruje
en cada pliegue de tu frente.
Siente la verdadera razón.
Oye al maestro bajo la piel.
No te reproches.
Y luego escribe, escribe.
Y si vinieren a ti deseos locos
de publicar a sangre fresca lo parido
más vale, córtate la mano.
JENIFFER MOORE