Tuesday, November 10, 2009

Noviembre en la bahía


I

Las aguas del deseo nos vencieron.
Sobre la piel, el beso oculto.
Una centuria de esperas te empujaron
y retuvieron mis manos y mi sangre.
He oído la barca en la bahía,
la inútil advertencia de la espuma,
el grito de Noviembre, largo e infiel
que nos socava.

II

Juegas de nuevo este ajedrez sin jaque
urgido por el rey que se alojó en tus venas
y un plenilunio de otoño te provoca.
Si el abrazo se ha tornado necesario
entonces
haz la jugada fatal de los regresos
al cuadro aquel en que la muerte nuestra
no fue tuya ni mía
sino burla de arcángeles y diablos.

III

Vuelve
tu boca-templo donde me ocultaba
celebrando el estallido de los campos
en las ventanillas de los autobuses.
Y tu mirada
irremediablemente altiva
hurtándome la vida en cada beso.

IV

Los poetas mienten
con insolencia
con intención
con absoluta crueldad
y sin alguna razón que los redima.
Por eso mide
como serpiente ante la incauta presa
cada centímetro que extiendas tu regreso.

V

Tú lo sabes.
El precio de soñar no está en oferta.

VI

Me duele la palabra si te nombro
pues desterré tus besos, tu risa
cada gesto hacia el olvido.
Y observé impávida
el vuelo aterrador de las palomas
en el último abrazo.

VII

No es conveniente desandar camino
donde hay yermo y espinas.
Bebo la copa de un viñedo rojo
cuyo placer me enciende.
No es conveniente desandar camino
porque estos mares
son amantes azules que me abrevan.

VIII

Ya lo he dicho todo.
Ahora no sabrás que tengo un ave
en mi lengua, dormida.
Y a solas, canta.

IX

Hay un resquicio de arenas y corales
que he dejado en la suela del zapato
para que sepas
que a pesar de la complicidad del tiempo
no puedo huir del mar y las gaviotas.

X

Y entonces callo.
En la elocuencia no habita el beso que deseo,
no sobrevive la caricia
y el amor no hace nido en las palabras.

JENIFFER MOORE