Friday, December 30, 2005
2005 HOJAS ILESAS
Que vengan las rocas de todos los Andes
a esta alma mía sin cóndor
ni cielo, presa de la tarde.
Qué locura inmensa, qué hueco, qué frío
la fuerza del trueno, la magia del trigo
madurando al único sol que nos queda.
Qué agrio el sabor de las gotas del tiempo
sobre piel que gime.
No acusa recibo. No acusa memoria.
Qué inmensa locura, qué hueco, qué frío
como el de las madres perdiendo sus hijos
a fuego impune, en Buenos Aires.
Y el trópico exuda gruesas ligaduras
la suerte en sus barbas y el indio en sus huestes,
espiral de muerte.
La Historia es leída con el ojo izquierdo.
Más tarde, es un cuento
que el pueblo mastica.
San Martín insiste en el exilio.
Vuelve la tristeza noble de sus ojos
vestidos de ausencia.
Que vengan las rocas de todos los Andes
a esta alma mía sin cóndor
ni cielo, presa de la tarde.
JENIFFER MOORE
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Qué gran poema
Post a Comment