Para todas mis congéneres, azotadas hoy, por las tragedias.
Perderlo todo.
Y conservar la vida y el dolor de los recuerdos.
Sentir que somos lacerados
por lo que fuimos y tuvimos.
Y ser ausencia.
Quedarnos en el fondo de una sombra perpetua,
en un latir que nos anuncia la muerte.
O más aún. Sentir la muerte en la piel
sobre los ojos, bajo la lengua.
Convertirnos en hueso que deambula
sin agua y sin poder apoyar nuestras pisadas.
Es que el hacha de Dios
cae de pronto, impredecible
al doblar aquella esquina.
Ahora,
sólo eres tú, madera que resiste
y en cada golpe de tala, fructifica.
Rebelde renaciendo de impotencias.
Inconforme aún, en el dolor más hondo.
Y así, en cada pérdida
tus alas victoriosas
nos rescatan a todos, en la altura.
Jeniffer Moore
2 comments:
Muy intenso, muy bello. Muy bueno
Querido Alfredo, gracias por tu paso y estas palabras que me guardo en el corazon.
Un abrazo.
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