Wednesday, August 10, 2011

Los versos del abedul



I

De la herida vengo, de cada gota
derramada en la tierra de los fuertes.

Desde la hierba crezco
hasta ser abedul, tántrico y sublime.
Sólo mi piel, como un vestido estival
para tus manos
te oye atenta y se deshace voluptuosa
cuando amaneces verso.


II

Se quebraron los cielos 
y la sombra  que traigo cautiva
se estrelló  sin sus  alas, en tierra.

¿Dónde  estabas, sinsonte que cantas
desde los campanarios?
¿Dónde, raíz  desmelenada al viento?

Es tu lengua un oasis que fluye,
bastión con hogueras de gozo
y vocación de Orfeo.

III

 Es que entre tú y yo,
se acabaron las puertas
las paredes levitan,
nuestros pies han huido del piso.

Ante ti, y abrazada a tus plantas
la noche se suelta el cabello
se esconden los búhos
una densa neblina nos cubre
de los ojos del tigre
y consumo tu Verbo, sin prisa.


IV

Me desnudo.
Eres santo y demonio que en ciernes
otea mi rastro.
Te desnudo.
Soy la hembra del sol y el estío
me cubre los párpados.
Hoy declaro ser aguas, espumas
lamiendo tus piedras,
caricia bajando sin diques.


V

No hay palabra que falte a su cita. Ni silencio
que devele tu aroma en el aire.
Me sellaste en tu piel con potencia
de un verso de fragua,
animales de dura contienda
rodando en la nieve del mundo,
el de arriba somete,
el de abajo suplica
y la luna que vira su rostro
y se muerde los labios.


VI

¡Quién pudiera atrapar tu sonrisa!
En un tálamo blanco te sueño.
Mi cintura que tiembla
se ha hecho parca deseando  tu boca.

Soy apenas delgado horizonte
en su larga penumbra,
un puñado de abiertas vocales
que siente tu trazo.
¿Dónde estabas, mi rayo de luna
la noche fatal  de los  vientos
cuando gemía por ti, la campana?


VII

Soy un rascacielos hoy
Y ayer, era esa aldea polvorienta
en la mente afiebrada del beduino.
Un pájaro temiéndole al cielo,
un viejo mercader preocupado por su bolsa.

Hoy me habita tu nombre estatutario
tus besos dictadores,
el camino brioso de cien dedos
por ese  surco que abre tu mirada.

Siémbrame como tierra que suspira
al embate de gracia, árame
muele entre tus dedos
este terrón de soledad, partido.
Hazme desde el grano que se quiebra
desnudo y suplicante,
raíz que se aglutina en tus columnas
y me descubre al alba.

Tálame desde la espesa fronda de tus noches
floréceme  a la hora de la siesta
y cosecha de mí, bajo la sombra
todo el grano que entre en tus lagares.

Pues,  harina seré sin artilugios
masa que leuda  genuina y multiplica
para que huelas la vida cuando pasa,
y no mueras jamás.



VIII

Con hojas de abedul entre mi pelo
preñada  en luz,  para ti vivo.
Y el día, que amaneció de pronto
boquiabierto  enciende sus candiles.

Verso que de valiente intenta
erguirse entre dos ejércitos
y ofrecer su pecho de paloma.

Es un hijo que nace entre los dedos
cuya paternidad  reclaman los mares
cada vez que rompen sus espumas.

 Jeniffer Moore

1 comment:

Norma said...

Me encantó Jennifer. Una excelente idea las de tus poemarios. Felicitaciones, amiga.