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Por ese amor que cuelga de tus ojos
el
rastro de la luz descubro
sobre el rosal, danzando.
Desde la reseca fuente de su euritmia
aprende a odiar el hombre, cual si fuera
un escudo de hierro y no un puñal
que desentierra el dolor y lo enardece.
Por ese amor que taladra los huesos
renaces
virginal de un calendario
vencedor de cerrojos y contiendas.
¡Ah, el amor, cuando inclina
su pecho contra el nuestro
en
un beso que no puede evitarse!
Como el dolor, como la muerte,
caricia en la que somos Uno.
Jeniffer Moore
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