Mi Capitán, cómplice de los abrazos
sabueso indiscutible de las madrugadas,
roca que prefiere la intemperie.
Capturas horizontes de melancolías,
brújula de espumas
en remolinos de amor y de esperanza.
Y fuiste a dar, perdido, aquí, en mis brazos
a esta Navidad, recién nacido
con puerta de luz en la mirada.
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